TESTIMONIOS

Llegamos a la Travesía algo desorientados, casi sin ver hacia dónde avanzar.
Cuando uno mira hacia la profundidad del umbral, en las fauces del Dragón, los ojos sólo ven oscuridad. Hay un fuego, para mí es azul.
A veces tenue pero siempre presente… ese fuego tiene el poder de una fuente de agua prístina e inagotable. El Dragón abre su boca y deja correr una niebla que vuelve todo opaco y nebuloso. Esa niebla que crea espejismos. Tiene la pobre esperanza de apagar el fuego… pobre dragón, en realidad él nunca tuvo el poder. Recordamos ese fuego, lo vemos con los ojos del espíritu. De repente su calidez y ese aura que revela y muestra las cosas como son se vuelve la única realidad. Esa es la magia de quien pudo recordar su origen, de quien volvió a ver el fuego azul. En La Travesía recuperamos nuestro fuego, ahora encendemos nuestra realidad y la de nuevos caminantes. Gracias Juli.

Juan Pedro

La travesía propone conocer y apropiarnos de las etapas del viaje del héroe
para curar a nuestro rey herido que todos llevamos dentro, haciendo un puente con  arquetipos relevantes de la personalidad (para madurar y darle una buena estructura al ego) , el alma (para conectar con la visión) y el espíritu (para revitalizar el reino), que, para que sean conducentes y poder crear nuestra realidad conscientemente tenemos que integrar la sombra, además de conocer sus naturalezas y como interactúan entre sí, estos arquetipos se organizan en ejes que tenemos equilibrar resolviendo su dualidad natural para recuperar vitalidad, ya que al recuperar vitalidad, por efecto natural, vitalizamos al mundo.

Loreto