Deseo, Anhelo y Felicidad

Notas sobre el 2024 y la Justicia tomada desde el Sí mismo.

Empezamos el año 2024 y el designio general* viene con la impronta de dar a cada quien lo que le corresponde. Me parece un momento propicio para replantearnos desde qué lugar motorizamos las acciones, cómo proyectamos nuestros deseos y nos orientamos a lo que queremos materializar. O sea, preguntarnos por el Poder que tenemos sobre nuestra realidad.

Hoy quiero traer un tema del cual se ha escrito mucho. La búsqueda de la felicidad puede ser uno de los mayores conflictos que atraviesa la humanidad desde siempre.

¿Esa es la verdadera finalidad de nuestras acciones?

¿Todo lo que hacemos sería un medio para llegar a ser felices?

Pienso que el problema radica en buscarla como si fuera un lugar al que llegar y no un estado interno.

*Hablo de “designio general” porque es para todos igual el 2024 / 8, pero vos tenés que conocer tu Año Personal también, para saber específicamente qué te toca como designio a vos. Podés tomar conmigo una sesión de numerología (de carta natal o de año personal). También podés calcularlo vos y ver acá un poco de info al respecto.

La Justicia

En cuanto al Poder que tomamos en nosotros mismos, tiene mucha información la simbología de la Justicia que trae este año (2024 = 8). El arcano 8 del Tarot -en este caso, el de Marsella- nos muestra los elementos fundamentales que debemos considerar: la espada y la balanza. Los dos aspectos ante los cuales la actitud firme, impasible y erguida del sí mismo es la que toma las riendas y nos da claves para ser dueños de nosotros mismos.

Para describir el designio de este año 2024, en numerología hablamos de la Gran Cosecha, porque el 8 es el arquetipo que toma el poder y se adueña de sí mismo en lo emocional, espiritual, cosechando sus frutos en lo material.

La Justicia puede ser una fuerza exterior que pone las cosas en su lugar o un poder tomado en nosotros mismos como resultado del equilibrio y la integración de la dualidad.

Las respectivas líneas horizontales y verticales de la balanza y la espada juntas, forman la cruz del progreso espiritual contra la limitación humana, así como también del idealismo contra el sentido práctico, la cruz en la que nos encontramos clavados. La Justicia hace de mediadora entre estas dos realidades. No mira a la balanza ni a la espada; en lugar de eso, está erguida mirando al frente, casi como si estuviera en trance. Simplemente, su función requiere visión interior más que visión intelectual.

Sallie Nichols

Cuando observo la actitud erguida e impasible de este arcano, viene a mi mente la cuestión de los deseos, dimensión que se activa mucho en estas fechas y que nos inculcan en los cumpleaños y festejos. Pienso en el dilema entre desear algo externo y aprender a Ser uno mismo, con los frutos que la expansión del Ser trae consigo. 

Desear lo que no tengo o, sencillamente, Ser, con Sinceridad y Autenticidad, reconociendo mi naturaleza, obteniendo mis propios frutos en el camino.

El mecanismo del deseo

Este dilema separa dos paradigmas. 

En el primer caso, cuando deseamos, vamos en busca de lo que no tenemos, creyendo que alcanzarlo podrá satisfacernos. Partimos de la carencia y del hecho de que otros han conseguido lo que nos falta. Entonces, el deseo es movido por un mecanismo de carencia y de comparación. 

El deseo surge de la separación.

El nacimiento, la mayor y primordial separación, nos ha provocado, a la vez, la primera angustia y el primer anhelo (inspiración) de vida…

Por lo tanto, lo que en fondo buscamos es completarnos o llenar ese vacío que nos ha dejado la herida de haber nacido, la herida de habernos separado del útero proveedor o del paraíso… Entonces, ningún deseo nos conducirá hacia algo que nos sacie realmente.

El Anhelo

Sólo el Anhelo que surge del Ser genuino (orientado al espíritu) podrá colmarnos. En este caso, no hay comparación con otros ni separación como causa. El Ser que pulsa por expandirse y desarrollar los potenciales que ya tiene es el que da lugar al Anhelo.

Para que surja el Anhelo o Aspiración, es necesaria la visión interior de la que habla Nichols en el fragmento citado. Para reconocer el Anhelo tiene que haber previamente una conexión con el alma, orientada al Espíritu.

Si el deseo es lo que nos “pone en movimiento” para lograr algo, hay que ver qué mueve al deseo. Cuando no está el Ser como causa de ese movimiento, no manejamos las variables de lo que cosechamos. Habrá algo externo (léase el inconsciente, subconsciente, mandatos familiares o sociales) más fuerte que nuestra voluntad, que ejerza el Poder e imparta Justicia.

¿Cuáles son tus deseos?

¿Qué buscás y para quién estás proyectando, para tu Yo real (orientado al espíritu) o tu yo falso (manejado por la personalidad / ego)?

Hay un tema delicado en el desear que requiere observar cuál es la parte nuestra que desea y hacia dónde se orienta. Estamos en un mundo que hace de lo material un culto: el mayor mal es el olvido, el espíritu se ha fugado de lo colectivo y sólo queda en el espacio interior de quienes van a su encuentro.

Hemos venido, no a tener, sino a recordar lo que ya somos.

¿Buscando la felicidad?

La felicidad lleva siglos debatiéndose en la filosofía. Quizás sea uno de los temas más controversiales en relación al deseo humano.

Para los estoicos, la felicidad se basa en prescindir de los bienes materiales y tender al dominio de las pasiones por medio de la razón y la templanza.

Las grandes bendiciones de la humanidad están dentro de nosotros y a nuestro alcance. El sabio se contenta con su suerte, sea cual sea, sin desear lo que no tiene. 

Séneca

Muchos pensadores de todas las épocas han coincidido en que es más feliz el hombre que tiene tiempo para sí mismo (que es libre) frente al que posee objetos, cargas, trabajos y tareas impuestas por otros. Por ejemplo, Nietzsche distinguía entre hombres libres y esclavos, siendo estos últimos quienes no tienen “dos tercios de su día para sí mismos”.

Lao Tse propuso tres estados de ánimo habituales que nos permiten pensar en la felicidad (ligada a la paz interior).

Si estás deprimido, estás viviendo en el pasado. Si estás ansioso, estás viviendo en el futuro. Si estás en paz, estás viviendo en el presente.

Lao Tse

Es difícil que el ser humano atado a los designios de la personalidad pueda discernir con claridad entre sus pensamientos y emociones para determinar si habita en el presente o si naufraga en un laberinto de deseos que lo proyectan al futuro y le traen ansiedad y angustia.

En la misma línea, Henry Thoreau decía que:

La felicidad es como una mariposa; cuanto más la persigas, más te eludirá, pero si prestas atención a otras cosas, vendrá y se sentará suavemente en tu hombro.

Entonces, la felicidad se relaciona más con la pasión y el compromiso genuino con el que desarrollamos nuestras obras, con el lugar de integridad logrado en nosotros mismos al accionar, que con la búsqueda de aquello proyectado en el futuro (esas torres de ilusión de las cuales tironea el mecanismo del desear). Mucho menos vinculada está la felicidad con aquello que nos imponen otros (mayormente de manera inconsciente)…

Para mí, el problema (tan difícil de percibir cuando estamos atrapados en la personalidad) radica en “buscar” la felicidad como si fuera algo que está ahí afuera y que podemos obtener con objetos, bienes, relaciones, estilos de vida que vemos en otros y que aún no “alcanzamos”.

Es este esquema el que provoca la angustia de quien nunca se siente colmado y está atrapado en el laberinto del deseo, girando en torno al vacío interior.

El vacío interior

El interior está vacío cuando ha olvidado la dimensión trascendente. Es la cuestión de estos tiempos en los que el Sujeto está en caída, se ha alejado de su esfera divina inherente y se somete a funcionar en un engranaje dentro del reino inorgánico, la inteligencia artificial y los mecanismos productivos del sistema materialista. La humanidad en lo general se ha degradado y se reduce cada día más a la esfera física, material, está dominada en la dimensión mental y emocional por la maquinación colectiva y los designios del mundo.

No es posible estar en contacto con el espíritu si permanecemos en el deseo, como propone el colectivo, buscando lo externo, lo material o lo que no tenemos. En ese caso, sólo podemos desear lo que nos falta y quedamos atrapados en la lógica de la separación, buscando conseguir aquello de lo que carecemos para recuperar una supuesta plenitud perdida.

El hombre verdadero se encuentra por encima de los dioses, porque éstos no conocen las adversidades y la desgracia; en cambio los hombres se encuentran expuestos a las mismas, teniendo el poder de vencerlas.

Séneca

Es precisamente nuestra dualidad y los conflictos propios del ser humano, la condición de posibilidad del hombre verdadero. Atravesando las dificultades y superando los obstáculos creamos en el interior un poder de mando sobre la Propia Vida. Ese interior poderoso nos hace fuertes y más libres que los dioses. Los dioses están atados a un argumento arquetípico, tienen un destino escrito. 

Nosotros, como Individuos, podemos alcanzar la libertad a partir de nuestra condición trascendente, a partir de la fuerza creada en nuestro interior
(que proviene del plano increado, del Espíritu).

El pendular: entre el deseo y la aversión

El Sujeto, por definición, está atado: sujetado al deseo, deseando lo que no tiene.

Los vaivenes de la vida, del mundo, lo llevarán a pendular entre el deseo y la aversión…

Esa es, básicamente, la dualidad que lo mantiene amarrado a las cuestiones del mundo materialista y lo alejan de su dimensión trascendente. Atravesando y superando el mundo de las formas es que se domina a sí mismo como humano y tiende a lo divino.

Las formas, lo material, va ganando terreno en la vida del sujeto y, si la conquista, el sujeto deja de tener el poder sobre su propia vida y pasa a estar manejado por las circunstancias del mundo.

Por eso es tan importante determinar cuál es la parte nuestra que desea y desde qué lugar lo hace, hacia dónde se orienta.

¿De dónde viene el movimiento pendular entre el deseo y la aversión?

El tironeo proviene de los mecanismos colectivos, las proyecciones inconscientes y las creencias limitantes que aún no hemos desterrado de nuestro psiquismo. 

Mientras nos mantengamos en el movimiento de la dualidad, entre lo que deseamos y lo que rechazamos, estaremos reforzando el poder que ejerce sobre nuestra vida la sombra y lo subconsciente.

El vacío y la herida

Todos los vacíos que afloran en el interior están basados en heridas (desde el trauma de nacimiento en adelante) que deben ser vistas y reconocidas para que el adulto que hoy somos pueda vivir libre de esos condicionamientos. ¿Cuántos vacíos te han llevado a lugares donde terminaste perdiéndote más aún?

Un tema frecuente en mis sesiones tiene que ver con los límites que debemos establecer en los vínculos familiares. La familia es el primer obstáculo a atravesar cuando se trata de mandatos y de cumplir lo que otros esperan…

El gran muro que te impide crear tu realidad está compuesto de cargas, tareas, mandatos que te desvían de tu propósito, de lo que vos como Individuo viniste a plasmar.

En las sesiones individuales, muchas veces el problema está vinculado con el tironeo entre el Yo real y el yo falso (que responde a las demandas de la familia, la sociedad y la época). El ego o personalidad se acomoda a la perfección en el engranaje y funciona dentro del sistema familiar con una identidad que durante muchos años creemos que nos pertenece pero, en realidad, es falsa.

¿Qué cualidad nos puede mantener firmes (como está el arcano la Justicia) con la mirada erguida en equilibrio entre la dualidad?

Un tesoro llamado coraje 

El coraje es una cualidad de quien vive en conexión con su espíritu. Es una virtud a conquistar, no viene dada. La sociedad forma sujetos que quedan atrapados en el mecanismo del desear y rechaza a los individuos valientes.

Por eso, desarrollar la Valentía para enfrentar la Vida Propia es un elemento heroico en esta época. Implica ir en contra de muchas creencias y mandatos, ir en contra de lo impuesto. Necesitamos coraje para hacerle frente a los embates de lo cotidiano que nos tironea hacia los objetivos que la familia, la sociedad y la época proyectan sobre nosotros.

No podemos traer la cumbre de la montaña al valle. Si queremos llegar a la cumbre de la montaña, tenemos que atravesar el valle, trepar por las cuestas sin temor a los peligrosos precipicios.

Jiddu Krishnamurti

Sólo los individuos valientes logran transformar los defectos de la personalidad y el alma y se orientan al Espíritu.

Con coraje nos atrevemos a subir a cima, a lograr que los elementos terrenos y mundanos (lo material, lo mental y lo emocional) asciendan hasta encontrarse con lo más elevado del ser humano, su dimensión trascendente.

La memoria y el recuerdo

Recuperar el paradigma original de la maternidad

Los momentos fundantes de la vida quedan en la zona del olvido, fuera de la memoria y el recuerdo.

No recuerdo el primer paso que di, ni el primer grito. Se me escapa de los dedos la sensación de tu piel suave, quiero hallar el contacto con tu cuerpo, descubrir el misterio de nuestra unión.

Lidiar con lo oculto es la condición de existir

Olvidé el tiempo de la comodidad, en el hueco de tu amor, el tiempo de nadar en la casa que me brindaste.

No recuerdo recibir oxígeno de vos, se me escapa de la boca el sabor del alimento.

El gran deliberador mantiene las cosas ocultas. Una fuerza invisible maneja hilos detrás de las fauces devoradoras del tiempo. Me veo aquí, investigo entre historias, respiro el recuerdo de emociones, reconozco el propósito de este dolor.

Una pulsión me trajo a este cuerpo, una existencia latía y ahora respira en mi corazón.

Lo que vibra está vivo. Sin embargo, si se estanca entra en proceso de descomposición. 

Lo vivo encuentra pruebas y obstáculos que son parte del camino, del propósito inicial. 

Una esencia me llama detrás del pensar. 

El recuerdo

Todo lo que no recuerdo, todo lo oculto, es un impulso. Siempre hay motivo. Originariamente una fuerza me ha puesto a vibrar, me dio movimiento. 

Estoy en un bosque, me paro frente a los árboles: cada rama que miro es un reflejo. Una brisa de impulso inesperado me confiesa un recuerdo.

Al final, sé que hay una flor o un fruto que, aún oculto, es para mí.

*

Lo que confunde, lo que traba: son partes de mí que duelen. 

Son situaciones, personas, historias. Pero yo soy todas esas partes, por donde mire. 

Y no hay otro modo de cambiar lo que duele más que sintiéndolo. Atravesándolo con cuerpo y entrañas.

En primer lugar, si atravieso lo incierto, si le pongo palabras a lo oscuro, lograré unir partes distanciadas, lograré acercar las miradas.

El momento de mayor caos y oscuridad es donde aparece un hilo, una posibilidad, aparece algo nuevo que conecta partes que luchaban.

En segundo lugar, si no fuera por el encuentro entre el hueco oscuro e infinito -el espacio primigenio, el caos-, y la tibieza natural -la nitidez y precisión, la tierra-, si no fuera por ese encuentro, no habría nacido el universo. En el hueco profundo de la Abertura, del caos, en un espacio vertiginoso e indefinido, tuvo lugar la firmeza y la estabilidad.

Puente

De esta manera, atravieso el puente entre lo profundo y lo visible.

Para crear mis bases, para establecer firmeza, debo traer raíces de la zona donde duele y está oscuro. Para crear mi suelo firme, debo acceder a mi espacio subterráneo.

«La Tierra, aparecida en el seno de la Abertura, se reúne con ella en las profundidades» (Jean Pierre Vernant).

La creación siempre se da en el encuentro entre lo caótico, oscuro, y lo sólido, visible. 

La realidad de los sentidos, la tierra firme que toco, es la última etapa de una construcción.

La palabra como puente, abre un camino y llega al inconsciente.

En otros términos, la palabra une lo sólido con lo inestable, la forma con el hueco, permite modificar códigos para que se plasme el cambio en lo sensorial y en la vida.

Hoy disfruté de una hermosa manera de vivir el tránsito por zonas confusas, de caminar por el hueco, el abismo. 

Ante lo nuevo, ante los cambios, siempre aparecen las formas del miedo y el dolor (señal de que hablan la muerte y la regeneración, conviven paradigmas anteriores y venideros).

En el terreno más firme siempre reaparece la niebla opaca donde las fronteras son borrosas, y se presentan el caos y la oscuridad original. 

Cuando ingresa el aire, dejo que traiga conciencia a mi cuerpo, en este profundo acto que es RESPIRAR.

Inhalar es recibir nueva información, recibir vida. Exhalar es dejar atrás y liberar lo que ya no necesito. Si conecto con el oxígeno y permito que me cuente la historia de su origen, de dónde viene, el oxigeno fabricado en los árboles se dibuja en una escena en mi visualización.

Puedo crear el ambiente ideal -el que quiero, el que considero perfecto para mí-, dejar que ese oxígeno ingrese, dejar que esa sea la vida que ingresa a mí.

Con la respiración y la palabra puedo unir lo que está separado, crear un lazo entre lo caótico y lo estable. Para crear en mí la vida que impulsa mi centro.

La palabra como puente, abre un camino y llega al inconsciente.

Este puente permite comprender una nueva vida humana gestándose, que da lugar al encuentro entre las distorsiones y las potencias de ese ser. También se ve nutrida la relación entre el inconsciente y el consciente.

Te invito a descubrir potenciales y elaborar estrategias de creación consciente.

*

¿Será el animal que vive en mí un terreno de conquista?

¿La matriz sagrada que anida en mí, un lugar codiciado?

¿Mi cuerpo, un secreto cáliz de potencia que corre riesgo?

Te sacan del vientre el poder de crear

La vida se escurre de a gotas, con el destrozo, el arrase, la mutación genética, la robotización.

Te arrebatan la potencia del cuerpo.

Yo busco a la Diosa que habla en la sangre.

La que chorrea hilo sacro de vida.

La Diosa nos recuerda el valor de la semilla, la vida gestada en el útero. También nos recuerda defender lo que aún es humano.

Tlazolteotl, diosa de la fertilidad
(Imagen sujeta a derechos de autor, reproducida bajo permiso de Dumbarton Oaks Research Library and Collection)
Figura de parto, Colección Pre-colombina Dumbarton Oaks Research Library and Collection, Washington, DC.
Estilo azteca, postclásico tardío
Siglo XIX

La muerte y el inconsciente

Venimos del futuro de nuestros ancestros, venimos a iluminar, a poner luz sobre sus historias. Los finales son una puerta a otro camino.
Tu vida es un comienzo a partir de una muerte.

Nos separamos de los lazos conflictivos con nuestros ancestros; de lo contrario el árbol de la muerte tracciona, te habita una energía sin procesar que quedó en la memoria ancestral.

Caminamos sobre nuestros muertos. El pasto sale de la tierra abonada por sus cuerpos. El árbol de la muerte tracciona hacia abajo, los muertos jalan de hilos que llevan la marca del pasado, de lo que han hecho en vida, de lo que no han podido, llevan la estela de sus pasos.

Caminamos con las emociones de los muertos. Si no sos consciente de eso dejás que las emociones te coman la piel. Al identificarte con lo que sentís, creés que sos eso que te pasa, que sos ese dolor, esa pena, esa emoción, la que sea. Y ni siquiera es tuya.

El árbol de la muerte, la oscuridad del subconsciente, empuja tus pasos. Las pautas de la identidad inconsciente definen un programa de supervivencia para mantenerte vivo.

Te habita el otro. Te habita lo que hizo un miembro de tu clan y lo mantuvo con vida.

El inconsciente familiar se encarga de ordenar los datos para definir el programa que te guía. Al inconsciente no le importa si la vida de tu pariente fue con pena, sufrimiento, pesares, si ese miembro de tu familia pudo cumplir sus objetivos o no. 

Al inconsciente le importa que tu ancestro vivió y la especie continuó.

Le importa que sus actos dieron por resultado la continuación de vida.

Nacemos dentro del sueño de la familia. Al menos un siglo antes de nuestro nacimiento, los actos van tejiendo una trama inconsciente. Vivimos actuando ese sueño, reproduciendo el libreto de ese constructo, de ese juego. 

El juego es un sueño de otros. Tu libreto compensa argumentos de la familia. Cuando abrís los ojos a la mañana no despertás del todo. Para despertar, primero hay que salir de ese sueño familiar.

Que tus actos sean propios.

Las emociones no te coman la piel.

Para al fin poder conectar con tu propio árbol de la vida.

Árbol de la muerte

Vengo del futuro 

de mis ancestros

vengo a iluminar 

sus cabezas

enterradas

el barro descompuesto

una puerta 

a mi vida.

La llave negra deja

un resquicio de luz

dibuja un signo más allá del umbral.

Mis primeras respiraciones 

y el grito

el desgarro

en la salida del hogar

la chakana que me dio 

nacimiento

en la sombra telúrica

donde a contraluz proyecta

más allá, 

bajo mis pies, en las partículas de mis células,

la memoria de mis muertos.

Me desenredo

hilos en el corazón

lazos que vienen 

con navaja

y me desangran,

no hay principio ni final

abrazo mis espejos

el amor me une 

el espíritu se parte

a la mitad

se hace carne.

·

Siempre el respirar saliendo a la zona iluminada viene con marcas de muertos que rasguñan mi carne. 

El desafío, la travesía, mantener mi centro firme, mi mirada repartida, adentro y afuera, sabiendo que dirijo mis pasos.

·

Vengo del futuro

cierro los ojos 

soy esta experiencia

y siento 

soy el futuro de mis

ancestros 

vengo a poner 

la luz que faltó

en sus 

historias.

Lo importante

el caminar, 

ser sendero.

Es a dónde voy,

desde mí.

·

Lo importante es saberme carne marcada en la existencia terrena, por las memorias impresas, marcada en la carne pero no en el espíritu, que no lleva marca sino origen, huella infinita.

·

El árbol de la muerte, 

la oscuridad subconsciente, 

tracciona tus pasos.

Las pautas 

te definen 

el programa 

para mantenerte vivo.

Te habita el otro.

Te habita lo que hizo alguien

de tu clan 

te habita un muerto

una emoción

energía

movimiento

campo concentrado que dobla el tiempo,

te define

un programa

de supervivencia

hace que gires

en círculos.

Árbol de la muerte

de donde viene

mi conciencia,

en el cielo

se astillaron las alas, quedaron rotas

son puntos

luminosos

se inmolaron,

un círculo se mete

adentro de otro.

Algo que gira

te hipnotiza

más allá.

Luz redonda

te quedás pegado

luz que a veces

se pone roja

embobado,

se eclipsa

tiene un imán

magnetismo

que trae ocultas

intenciones.

Y te creés

que es amor

el designio

lo que perfora

y se lleva tu alma.

Mi ser la convivencia

carne chamuscada

el instante eterno.

La puerta es negra y blanca

mi sangre es roja

Es la llama

antorcha 

y tiñe todo 

lo que toca.

Polaridades, esencia y estructuras de la creación

Año gregoriano 2022. Una combinación de números que resuena en el calendario me envuelven en esta civilización. La polaridad y la simbiosis del 2 me llevan a sentir, a reconocerme con mis emociones, a encontrarme con otras emociones fuera de mí, mezclarme y fusionarme con otrx. La armonía y el corazón grupal del 6 me llevan a multiplicar mi sensibilidad en los cuerpos unidos a mí. El agua recorre la experiencia de mi cuerpo emocional y deja llover gotitas sobre el gran corazón que nos acuna. ¿Qué pasa ahora que tambalean las estructuras caducas de un modo ser colectivo?

Las estructuras viejas se resquebrajan y nos empezamos a mirar con ojos nuevos. Unos ojos que renacen creando. Creándose a sí mismxs en relación a este gran cuerpo colectivo. Siento que estamos en la osada aventura de volver a ejercer nuestra energía femenina, reprimida y olvidada, para contribuir a la comunidad, sanar y sanarnos, ordenarnos en el balance entre lo masculino y lo femenino. Recorrer el hilo que une los ojos al corazón interno de cada unx.


Los viajes hacia la oscuridad de mi corazón derraman la sangre de la energía femenina que durante siglos fue opacada, en una civilización que premia el poseer sobre el sentir (“tanto tengo, tanto valgo”), que busca respuestas en lo externo en lugar de redescubrirnos en lo interno, que nos manipula para conseguir éxito, dinero, cáscaras que se quiebran en su propia superficialidad. Antes de este paradigma lxs humanxs éramos una comunión con la tierra, no nos apropiábamos de ella ni utilizábamos la manipulación y el control para apegarnos a lo material.

El acorazamiento que oscurece nuestra capacidad de crear y sentir en la estructura actual, se construyó durante siglos desde el paradigma masculino. La línea de la energía masculina tiene un recorrido diferente de las ondulaciones de la femenina. Nos empujamos unxs a otrxs en una línea de “productividad” y “progreso”. Lo que hacemos es ignorar las curvas, mutear nuestros cuerpos, separarnos de sus ciclos y silenciar su lenguaje, cortar el hilo que nos une desde el corazón.

La Era de Hierro que habitamos domina con la potencia destructiva de la guerra. Se enfrentan en una contienda dos facetas que se miran como distintas y se repelen. Dos polos que vienen luchando hace siglos. ¿En qué resulta esta guerra? Una de las facetas se impone sobre la otra; entonces la oprimida busca soltarse las cadenas y se alza en armas; luego la tirana se defiende con maquinaria más pesada. Y en ese círculo repetitivo, proyectamos peleas, muertes y destrucciones sin fin, adentro y afuera nuestro. Nos repetimos en formas esclavas y dominantes, que se alternan y producen sometimiento y manipulación.

El desafío actual: ordenarnos en el balance entre lo masculino y lo femenino. Todxs tenemos ambas energías. Las mujeres tenemos úteros físicos, con los cuales estamos en proceso de reconciliación, reconexión. Los hombres tienen úteros energéticos donde reside su energía creadora. La herida de los hombres se basa en que tienen que bloquearla para ser reconocidos. La herida de las mujeres es adaptarse a ritmos ajenos y silenciar los propios. Siento que el poder de recrearnos ahora, rearmarnos con la creatividad, implica que tanto mujeres como hombres conectemos con nuestros úteros. Darnos cuenta que tienen la sabiduría incorporada de creación, de equilibrio vida-muerte-vida, los ciclos del morir y el renacer. Conectar con esa energía que nos dio vida es trabajar la energía de creación. Sentirnos parte de un todo, que es el universo, del cual somos canales.

¿Qué pasaría si nuestro poder de crear, recrearnos y transformar fuera imparable?

Si empezamos a sentir y ejercer esa conexión con la energía de la tierra, de todos los seres materiales y sutiles que componen el universo y están dentro nuestro.

Si cada unx pudiera conectar con su propio ser despierto, en dominio de su fuerza, en constante mejoramiento. ¿Qué magnitud de cambio provocaríamos?

Si trabajamos nuestras vibraciones creadoras reunificando nuestros polos, vamos a florecer y renacer con un yo colectivo libre.

§

Encontrar el límite a la libertad en la puerta cerrada del inconsciente, el mundo oscuro al que quiero acceder y me angustio en esa puerta como marioneta de fuerzas desconocidas, incomprensibles y mucho más fuertes que mi voluntad consciente. El intento por explicar experiencias que sobrevienen y no poder manejarlas. Sensaciones físicas que no tienen lógica, imágenes que no tienen sentido y no puedo transmitir. Marcas que no tienen palabras para expresarse. Y las mismas preguntas siempre: ¿de dónde vienen esas experiencias, cómo abarcarlas?

¿Sentís que hay dentro tuyo algo tan difícil de atrapar que no llegás a entenderlo, fuerzas opuestas que se debaten en una guerra?

Mucho tiempo creí que era imposible responder estas inquietudes; me recreé en la angustia irracional, siendo y haciendo cosas de las que podía gestionar una ínfima parte.

Hoy puedo hacerme carne en el viaje a lo inconsciente que viene de adentro, cuyo origen está en la relación, el vínculo primigenio entre mamá y papá, en el hilo que me conecta con el linaje, mis antepasadxs, mi árbol. Espectros que vienen de aquellxs que quedaron en el camino de mi genealogía. Miro de nuevo hacia la puerta, puedo reconocer rostros precisos y les pongo nombre a las experiencias.

Me siento más liviana cuando habito el viaje hacia adentro. No hay una sola forma, el trabajo interno es fruto de la voluntad. Nadie puede obligar a otra persona. El autoconocimento depende del poder personal.

Hoy puedo colocar los espectros en donde corresponde, devolver las cargas que parasitan en mí. Miro otra vez hacia la puerta. Tomar las riendas de la libertad implica asumir que la vida está más allá de esta puerta.

Mi vida está más allá de lo que mi linaje ha proyectado en mí. Más allá del programa inconsciente que he recibido y tomado. Más allá de sus deseos, intenciones, silencios y miedos.

La libertad individual y colectiva está más allá de la guerra que libramos dentro.

Con los pies, me desplazo en el camino de la vida. Todo mi cuerpo está repartido en la superficie de mis pies. Un problema vinculado con ellos, me indicaría un conflicto entre la dirección y el movimiento que tomo, manifestaría la necesidad de más estabilidad y seguridad en mi vida, el futuro y sus imprevistos me darían miedo.

Los pies están relacionados con mi origen. Me creó la conjunción de dos fuerzas complementarias que dieron lugar a una nueva vida. El contacto firme y seguro de mis pies con la tierra me recuerda de dónde provengo.

(…) la atracción mutua entre nuestro cuerpo y la tierra es la fuente profunda de ese delirio más consciente que nos compele a la presencia del otro. Como el magnetismo que sienten dos amantes, o una madre y su hijo, la atracción poderosa entre el cuerpo y la tierra ofrece sustento y reabastecimiento físico cuando se consuma en el contacto. Aunque en los últimos tiempos hemos llegado a asociar la gravedad con la pesadez y por ende a pensar que tiene un vector estrictamente descendente, algo sube hacia nosotros desde la tierra sólida cuando estamos en contacto con ella. Nos damos pocas oportunidades para saborear ese nutriente que sube hacia nosotros cada vez que tocamos el suelo, y por eso no es sorprendente que hayamos olvidado la naturaleza erótica de la gravedad y el placer vigorizante del contacto con la tierra (…)

David Abram

Preguntas que me quedan para hacerme y hacernos: ¿cuán fuerte es la fidelidad al clan?, ¿cuánto nos falta despedir?, ¿cuánto cargamos para salvar al linaje o para evitar quedarnos fuera del rebaño? Las preguntas me conducen por ondulaciones y voy reconociendo las fuerzas que se enfrentan. Mi cuerpo es un terreno de luchas y soy yo la única que las puede iluminar. Como dije más arriba, el autoconocimento es infinito y depende del poder personal.

En estas ondulaciones me rehago, me recreo, nos reconozco y vuelvo a ser otra vez. Te invito a que recorras tus ondulaciones para que renazcamos en libertad.

Trampas y desafíos de la existencia

Veo a la existencia como un gran acertijo. A veces me observo dentro de un laberinto, mi forma humana camina por pasillos que se van repitiendo, mimetizados, parecidos, me espejan caras distintas de algo que ya vi, me muestran escenas nuevas que están construidas con materiales que experimenté, que por alguna razón oculta siguen ahí. Otras veces me observo como algo etéreo que no habla, ni tiene bordes. Veo que hay algo muy grande, que pocas veces encuentra definición. Soy un aspecto de una totalidad que se transforma a sí misma a través mío. Nací para transformar algo de ese todo. Voy a morir para trascenderlo, luego de morir quizás sea otra vez vehículo. En esta existencia soy un pedazo de esa totalidad que está sanando, como la pieza de un rompecabezas. Voy encontrando partes que necesito para aprender. Todo lo que hago me encuentra con esas partes, para transformar el aspecto que soy.

Nacemos como hilos enredados a otros

Creo que nacemos para transitar una distorsión, en este plano de dualidades, donde hay luz, armonía, equilibrio y también sombra, desacuerdo, opacidad. Reconozco que mi forma humana es como un vehículo de esa distorsión, proyectándose y desplegándose, con sus lugares oscuros y sus potencialidades. Pero también distingo en mí una fuerza que ve el laberinto de la distorsión desde el vuelo del águila. Lo que hay alrededor es un espejo o una llave para diferenciar las partes. Para saber qué del camino es un engaño, qué es verdadero, qué es lo que vibra, qué está muerto. Mi corazón delimita un mapa, me va hablando a medida que doy pasos. Como pistas de una búsqueda hacia un lugar que desconozco.

Tenemos pistas diferentes, nos encontramos en el camino porque vos tenés algo que yo no veo y yo tengo algo para darte. La base de la cooperación mutua es que cada quien tiene su camino, un camino único con llaves exclusivas para descubrir su profundidad, su propio aspecto. Cada quien vive una circunstancia. Algo de lo que vivimos nos hace trizas.
Esa circunstancia está dentro de lo que llamamos realidad. Y se hace inmensa.

La trampa

La trampa es encadenarnos al engaño de la circunstancia. El engaño lleno de historias de nuestra vida, de las situaciones que la conforman y de nuestro propio registro en un cuerpo y una persona. “Soy de tal manera”, “me afecta de tal forma”, “tengo tal problema”, “me identifico con esto”. Nos atrapamos en la circunstancia, nos hace trizas.

Yo veo cielos negros, rayos huracanados. Algo que me habla, me grita, mientras sueño y cuando estoy despierta. Mi garganta le da cuerpo a mi voz para alzarla y gritar. El grito se convierte en circunstancia. Les pregunto a las estrellas detrás del cielo negro y no me saben decir.

La circunstancia es una manifestación: algo que aparentemente está “fuera” nuestro pero manifiesta la consciencia que tenemos de quiénes somos.

Mi garganta late al ritmo de una vida al borde de la locura. Veo en este aparente afuera que hay quienes levantan sus voces y quienes levantan otras. Cada quien en su opinión, construyendo barreras que ponen por delante a la razón, dejando detrás al corazón. Sé que la manifestación no está afuera realmente. Me habla de mí. Esto que me duele al “verlo afuera” me pide que lo observe desde la altura, para hacer esta pregunta: ¿para qué me sirve esto, en qué me ayuda a conocerme más?

Mi consciencia

Un susurro viene de algún lugar muy dentro mío. Es casi un silencio que toma voz lenta y calma. Un susurro que trae claridad y me despeja. La atraigo un poco más con mi respiración pausada. La escucho un poco más cuando puedo sólo sentir la vibración de mi corazón. El centro que marca el verdadero ritmo, del cual se expanden los hilos que nos unen.

El “afuera” va cambiando, como un cuadro que se desdibuja y va derramando sus colores. Cada quien “afuera” es una llave más para mí, una salida a esta nueva ser humana que vuelve al origen. Una fuente que trae amor, incluida rabia, como aspectos de lo mismo. En la profundidad de la fuente nuestros hilos se entrelazan. Nos estamos abrazando.

Algoritmo

La realidad ante los ojos es consecuencia del algoritmo al que juega el inconsciente, donde se mezclan emociones, expresiones, hechos no expresados. Lo que vemos es un juego, fruto de la proyección del inconsciente colectivo. Las circunstancias nos anclan, nos encadenan en la sucesión de registros personales, una garganta profunda que nos va comiendo la carne y el alma.

A medida que tomamos consciencia de quiénes somos, la realidad manifiesta quiénes somos, va cambiando a cada instante de silencio. Somos un vehículo, un aspecto, una parte de una totalidad. Hay algo muy profundo, requiere escucharse en calma. Una voz silenciosa que viene en ritmos, que trae llaves en cadencias. Para abrir puertas en la profundidad. Allí nos encontramos con sombras y renacemos varias veces para sanarnos, purificarnos, liberarnos. La pregunta que subyace siempre, ante cada latido, es ¿quién soy?