La muerte y el inconsciente

Venimos del futuro de nuestros ancestros, venimos a iluminar, a poner luz sobre sus historias. Los finales son una puerta a otro camino.
Tu vida es un comienzo a partir de una muerte.

Nos separamos de los lazos conflictivos con nuestros ancestros; de lo contrario el árbol de la muerte tracciona, te habita una energía sin procesar que quedó en la memoria ancestral.

Caminamos sobre nuestros muertos. El pasto sale de la tierra abonada por sus cuerpos. El árbol de la muerte tracciona hacia abajo, los muertos jalan de hilos que llevan la marca del pasado, de lo que han hecho en vida, de lo que no han podido, llevan la estela de sus pasos.

Caminamos con las emociones de los muertos. Si no sos consciente de eso dejás que las emociones te coman la piel. Al identificarte con lo que sentís, creés que sos eso que te pasa, que sos ese dolor, esa pena, esa emoción, la que sea. Y ni siquiera es tuya.

El árbol de la muerte, la oscuridad del subconsciente, empuja tus pasos. Las pautas de la identidad inconsciente definen un programa de supervivencia para mantenerte vivo.

Te habita el otro. Te habita lo que hizo un miembro de tu clan y lo mantuvo con vida.

El inconsciente familiar se encarga de ordenar los datos para definir el programa que te guía. Al inconsciente no le importa si la vida de tu pariente fue con pena, sufrimiento, pesares, si ese miembro de tu familia pudo cumplir sus objetivos o no. 

Al inconsciente le importa que tu ancestro vivió y la especie continuó.

Le importa que sus actos dieron por resultado la continuación de vida.

Nacemos dentro del sueño de la familia. Al menos un siglo antes de nuestro nacimiento, los actos van tejiendo una trama inconsciente. Vivimos actuando ese sueño, reproduciendo el libreto de ese constructo, de ese juego. 

El juego es un sueño de otros. Tu libreto compensa argumentos de la familia. Cuando abrís los ojos a la mañana no despertás del todo. Para despertar, primero hay que salir de ese sueño familiar.

Que tus actos sean propios.

Las emociones no te coman la piel.

Para al fin poder conectar con tu propio árbol de la vida.

Árbol de la muerte

Vengo del futuro 

de mis ancestros

vengo a iluminar 

sus cabezas

enterradas

el barro descompuesto

una puerta 

a mi vida.

La llave negra deja

un resquicio de luz

dibuja un signo más allá del umbral.

Mis primeras respiraciones 

y el grito

el desgarro

en la salida del hogar

la chakana que me dio 

nacimiento

en la sombra telúrica

donde a contraluz proyecta

más allá, 

bajo mis pies, en las partículas de mis células,

la memoria de mis muertos.

Me desenredo

hilos en el corazón

lazos que vienen 

con navaja

y me desangran,

no hay principio ni final

abrazo mis espejos

el amor me une 

el espíritu se parte

a la mitad

se hace carne.

·

Siempre el respirar saliendo a la zona iluminada viene con marcas de muertos que rasguñan mi carne. 

El desafío, la travesía, mantener mi centro firme, mi mirada repartida, adentro y afuera, sabiendo que dirijo mis pasos.

·

Vengo del futuro

cierro los ojos 

soy esta experiencia

y siento 

soy el futuro de mis

ancestros 

vengo a poner 

la luz que faltó

en sus 

historias.

Lo importante

el caminar, 

ser sendero.

Es a dónde voy,

desde mí.

·

Lo importante es saberme carne marcada en la existencia terrena, por las memorias impresas, marcada en la carne pero no en el espíritu, que no lleva marca sino origen, huella infinita.

·

El árbol de la muerte, 

la oscuridad subconsciente, 

tracciona tus pasos.

Las pautas 

te definen 

el programa 

para mantenerte vivo.

Te habita el otro.

Te habita lo que hizo alguien

de tu clan 

te habita un muerto

una emoción

energía

movimiento

campo concentrado que dobla el tiempo,

te define

un programa

de supervivencia

hace que gires

en círculos.

Árbol de la muerte

de donde viene

mi conciencia,

en el cielo

se astillaron las alas, quedaron rotas

son puntos

luminosos

se inmolaron,

un círculo se mete

adentro de otro.

Algo que gira

te hipnotiza

más allá.

Luz redonda

te quedás pegado

luz que a veces

se pone roja

embobado,

se eclipsa

tiene un imán

magnetismo

que trae ocultas

intenciones.

Y te creés

que es amor

el designio

lo que perfora

y se lleva tu alma.

Mi ser la convivencia

carne chamuscada

el instante eterno.

La puerta es negra y blanca

mi sangre es roja

Es la llama

antorcha 

y tiñe todo 

lo que toca.

Polaridades, esencia y estructuras de la creación

Año gregoriano 2022. Una combinación de números que resuena en el calendario me envuelven en esta civilización. La polaridad y la simbiosis del 2 me llevan a sentir, a reconocerme con mis emociones, a encontrarme con otras emociones fuera de mí, mezclarme y fusionarme con otrx. La armonía y el corazón grupal del 6 me llevan a multiplicar mi sensibilidad en los cuerpos unidos a mí. El agua recorre la experiencia de mi cuerpo emocional y deja llover gotitas sobre el gran corazón que nos acuna. ¿Qué pasa ahora que tambalean las estructuras caducas de un modo ser colectivo?

Las estructuras viejas se resquebrajan y nos empezamos a mirar con ojos nuevos. Unos ojos que renacen creando. Creándose a sí mismxs en relación a este gran cuerpo colectivo. Siento que estamos en la osada aventura de volver a ejercer nuestra energía femenina, reprimida y olvidada, para contribuir a la comunidad, sanar y sanarnos, ordenarnos en el balance entre lo masculino y lo femenino. Recorrer el hilo que une los ojos al corazón interno de cada unx.


Los viajes hacia la oscuridad de mi corazón derraman la sangre de la energía femenina que durante siglos fue opacada, en una civilización que premia el poseer sobre el sentir (“tanto tengo, tanto valgo”), que busca respuestas en lo externo en lugar de redescubrirnos en lo interno, que nos manipula para conseguir éxito, dinero, cáscaras que se quiebran en su propia superficialidad. Antes de este paradigma lxs humanxs éramos una comunión con la tierra, no nos apropiábamos de ella ni utilizábamos la manipulación y el control para apegarnos a lo material.

El acorazamiento que oscurece nuestra capacidad de crear y sentir en la estructura actual, se construyó durante siglos desde el paradigma masculino. La línea de la energía masculina tiene un recorrido diferente de las ondulaciones de la femenina. Nos empujamos unxs a otrxs en una línea de “productividad” y “progreso”. Lo que hacemos es ignorar las curvas, mutear nuestros cuerpos, separarnos de sus ciclos y silenciar su lenguaje, cortar el hilo que nos une desde el corazón.

La Era de Hierro que habitamos domina con la potencia destructiva de la guerra. Se enfrentan en una contienda dos facetas que se miran como distintas y se repelen. Dos polos que vienen luchando hace siglos. ¿En qué resulta esta guerra? Una de las facetas se impone sobre la otra; entonces la oprimida busca soltarse las cadenas y se alza en armas; luego la tirana se defiende con maquinaria más pesada. Y en ese círculo repetitivo, proyectamos peleas, muertes y destrucciones sin fin, adentro y afuera nuestro. Nos repetimos en formas esclavas y dominantes, que se alternan y producen sometimiento y manipulación.

El desafío actual: ordenarnos en el balance entre lo masculino y lo femenino. Todxs tenemos ambas energías. Las mujeres tenemos úteros físicos, con los cuales estamos en proceso de reconciliación, reconexión. Los hombres tienen úteros energéticos donde reside su energía creadora. La herida de los hombres se basa en que tienen que bloquearla para ser reconocidos. La herida de las mujeres es adaptarse a ritmos ajenos y silenciar los propios. Siento que el poder de recrearnos ahora, rearmarnos con la creatividad, implica que tanto mujeres como hombres conectemos con nuestros úteros. Darnos cuenta que tienen la sabiduría incorporada de creación, de equilibrio vida-muerte-vida, los ciclos del morir y el renacer. Conectar con esa energía que nos dio vida es trabajar la energía de creación. Sentirnos parte de un todo, que es el universo, del cual somos canales.

¿Qué pasaría si nuestro poder de crear, recrearnos y transformar fuera imparable?

Si empezamos a sentir y ejercer esa conexión con la energía de la tierra, de todos los seres materiales y sutiles que componen el universo y están dentro nuestro.

Si cada unx pudiera conectar con su propio ser despierto, en dominio de su fuerza, en constante mejoramiento. ¿Qué magnitud de cambio provocaríamos?

Si trabajamos nuestras vibraciones creadoras reunificando nuestros polos, vamos a florecer y renacer con un yo colectivo libre.

§

Encontrar el límite a la libertad en la puerta cerrada del inconsciente, el mundo oscuro al que quiero acceder y me angustio en esa puerta como marioneta de fuerzas desconocidas, incomprensibles y mucho más fuertes que mi voluntad consciente. El intento por explicar experiencias que sobrevienen y no poder manejarlas. Sensaciones físicas que no tienen lógica, imágenes que no tienen sentido y no puedo transmitir. Marcas que no tienen palabras para expresarse. Y las mismas preguntas siempre: ¿de dónde vienen esas experiencias, cómo abarcarlas?

¿Sentís que hay dentro tuyo algo tan difícil de atrapar que no llegás a entenderlo, fuerzas opuestas que se debaten en una guerra?

Mucho tiempo creí que era imposible responder estas inquietudes; me recreé en la angustia irracional, siendo y haciendo cosas de las que podía gestionar una ínfima parte.

Hoy puedo hacerme carne en el viaje a lo inconsciente que viene de adentro, cuyo origen está en la relación, el vínculo primigenio entre mamá y papá, en el hilo que me conecta con el linaje, mis antepasadxs, mi árbol. Espectros que vienen de aquellxs que quedaron en el camino de mi genealogía. Miro de nuevo hacia la puerta, puedo reconocer rostros precisos y les pongo nombre a las experiencias.

Me siento más liviana cuando habito el viaje hacia adentro. No hay una sola forma, el trabajo interno es fruto de la voluntad. Nadie puede obligar a otra persona. El autoconocimento depende del poder personal.

Hoy puedo colocar los espectros en donde corresponde, devolver las cargas que parasitan en mí. Miro otra vez hacia la puerta. Tomar las riendas de la libertad implica asumir que la vida está más allá de esta puerta.

Mi vida está más allá de lo que mi linaje ha proyectado en mí. Más allá del programa inconsciente que he recibido y tomado. Más allá de sus deseos, intenciones, silencios y miedos.

La libertad individual y colectiva está más allá de la guerra que libramos dentro.

Con los pies, me desplazo en el camino de la vida. Todo mi cuerpo está repartido en la superficie de mis pies. Un problema vinculado con ellos, me indicaría un conflicto entre la dirección y el movimiento que tomo, manifestaría la necesidad de más estabilidad y seguridad en mi vida, el futuro y sus imprevistos me darían miedo.

Los pies están relacionados con mi origen. Me creó la conjunción de dos fuerzas complementarias que dieron lugar a una nueva vida. El contacto firme y seguro de mis pies con la tierra me recuerda de dónde provengo.

(…) la atracción mutua entre nuestro cuerpo y la tierra es la fuente profunda de ese delirio más consciente que nos compele a la presencia del otro. Como el magnetismo que sienten dos amantes, o una madre y su hijo, la atracción poderosa entre el cuerpo y la tierra ofrece sustento y reabastecimiento físico cuando se consuma en el contacto. Aunque en los últimos tiempos hemos llegado a asociar la gravedad con la pesadez y por ende a pensar que tiene un vector estrictamente descendente, algo sube hacia nosotros desde la tierra sólida cuando estamos en contacto con ella. Nos damos pocas oportunidades para saborear ese nutriente que sube hacia nosotros cada vez que tocamos el suelo, y por eso no es sorprendente que hayamos olvidado la naturaleza erótica de la gravedad y el placer vigorizante del contacto con la tierra (…)

David Abram

Preguntas que me quedan para hacerme y hacernos: ¿cuán fuerte es la fidelidad al clan?, ¿cuánto nos falta despedir?, ¿cuánto cargamos para salvar al linaje o para evitar quedarnos fuera del rebaño? Las preguntas me conducen por ondulaciones y voy reconociendo las fuerzas que se enfrentan. Mi cuerpo es un terreno de luchas y soy yo la única que las puede iluminar. Como dije más arriba, el autoconocimento es infinito y depende del poder personal.

En estas ondulaciones me rehago, me recreo, nos reconozco y vuelvo a ser otra vez. Te invito a que recorras tus ondulaciones para que renazcamos en libertad.